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jueves, 7 de octubre de 2010

Y mis lagrimas se mezclaron con nuestros besos. Deslizaste suavemente tu mano por mi hombro pero la magia ya no estaba, ya no era lo mismo. Yo sabía que me habias dejado por ella, yo sabia que me habias envenedado de dolor. Y yo, pensando que eras mi cura, mi medicina, volvi a tu lado. Y volví a caer en tu eterna trampa.

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