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viernes, 7 de enero de 2011

Fuè la unica vez que me pare en frente del espejo y vi como caian mis lagrimas. Mi pelo desordenado caia a los costados, tenia unas ojeras que reflejaban mi insomnio. Caia un rio de lagrimas sin rumbo. Me ordenè a mi misma dejar de llorar, abandonar esa tortura y bajarme del barco a la deriva. Mirè y no conseguia el autocontrol. Las lagrimas caian sobre mi mejilla, pero no se detenian. Les gritè, pero no obedecieron. Caian con fuerzas, cada una desataba un huracàn en mi interior y eso se reflejaba en el espejo. Volvì a gritar, que se queden quietas, que no salgan màs. Pero no tenia el control de mi misma. Porque yo queria dejar de llorar, pero era mi alma el que goteaba. Mi corazón era el que se habia esfumado dejando un espacio en mi. No pude superarlo- No sabia que hacer; empezè a vacilar entre lo correcto y lo incorrecto. Optè por omitir mis lagrimas, y dedicarle mi atenciòn a él, que estaba a mi lado observandome atento. Ignorè sus intenciones y por todo lo que habiamos pasado; y me lanzè a sus brazos. No me importò el tiempo que estubimos alejados, no me importò haberme sentido sola por tanto tiempo, ni mucho menos todas las lagrimas que alguna vez derramé en su honor. Solo me importò el momento. Me importaron sus brazos rodeandome, su respiraciòn sobre mi oreja, el suave movimiento de sus dedos; y dejè fluir mis lagrimas, porque ahora si estaba segura. Dejè llorar en paz a mi corazòn.

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