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jueves, 24 de marzo de 2011

Es inútil ir antes o después, siempre algo tiene para hacer que lo espere. El olor a las estanterías con libros viejos, recortes de diarios encuadrados pegados a la pared, el color amarillo del sofá de la sala de espera y una colección de mariposas secas adornan la sala, que viernes tras viernes me torturan la cabeza. Intento ponerle ganas por mi papa, que durante el viaje me pone el reproductor del auto para que escuche Cerati mientras como gomitas. Es siempre el mismo recorido hasta llegar al cosultorio, las mismas casas, los mismos autos, los mismos peatones llendo a esperar el micro para Recolecta. Y me pierdo mirando por la ventana, hasta que siento que termina la última canción y papá busca donde estacionar. Suspiro y bajo del auto, convencida de que serán unos 60 minutos totalmente eternos.

Entro, saludo a Poly, el canario verde que está enjaulado en la puerta, que siempre es motivo de discusión entre nosotros dos, a quien le cuestiono el por qué tener a un ave tan bello encerrado privandolo de volar con otros de su especie. Por su puesto que siempre gano, pero el pobre bichito verde sigue viernes tras viernes en el mismo lugar.

Entro y espero. Después de unos 15 minutos de espera me llama, al fin. Tenemos la misma charla de todas las semanas, como me fue en el cole, que tal mis compañeros, como voy en el taller de pintura y que libros me he devorado en la semana.

- He pensado en suicidarme. Quizás, le saque un peso de ensima a todos, ¿no?.

Su cara se puso palida de golpe, sus ojos tembaron y la comisura de sus labios se abrieron. Quedó totalmente mudo. Iba a responder algo, pero lo interrumpí.

-Na, mentira.

Su alma volvió al cuerpo.

-El suicidio es de putos.

Tube el honor de presenciar el acto en que su cara pasó de un gris a un rojo. Apretó los labios con fuerza y se acomodó los lentes. Noté más que nunca sus arrugas de la frente y hasta pude percibir como sus canas se tensaban. Anotó algo en su cuarderno y bebió un sorbo de agua. Movió el cuello y llamó a su secretaria. Al instante se abrió la puerta y vi la cara de furia de mi papá que me esperaba sentado en el sofá, junto al ‘flaco’, que ocupa la ultima cita de lo viernes, después de la mia. Me paré, hice un ademán despidiendome y salí. El camino a casa lo hicimos en silencio, ni papá ni yo emitio sonido alguno. Llegué a casa y me acosté a dormir. La sesión solo habia durado 25 minutos. Misión cumplida.

1 comentario:

Kheila Vizarraga dijo...

Uo! :D

Espero q te pases y q disfutes de la nueva cancion q os dejo!! Y no m siges y te gusta.... SIGUEME !!