Estoy viva.

Miraba por la ventana, a un punto fijo que nunca supe en verdad cual era. Estaba perdida entre dimenciones paralelas o impares, en verdad, nunca me habian importado mucho esas charlas filosóficas, siempre creí que mi rutina era la misma de siempre y así iba a continuar durante un tiempo. Me acordé de todas las tardes que he vivido, de todas las veces que vi como empezaba el otoño y cuantas otras lo ví terminar. Pensé en la vida, en lo que te quita y lo que te da. En el colegio, dos años más y ya estoy en otro ambito, sola, en un rumbro que todavia desconosco. Pensé en lo bien que me sentia y como poco a poco las cosas iban mejorando, aunque todo a su debido tiempo y la espera se hacia notar. Me detuve en un recuerdo, en un suspiro, algún beso olvidado, un manojo de palabras, en una lluvia de lagrimas, en el teclado de un piano, en los párrafos de algún libro. De golpe desperté, sin saber como ni porqué. Percibí una brisa calida y me vi reflejada en un vidrio. Vi mis dias pasar uno por uno, desde la primera vez hasta la última. Vi como me transformaba, con el tiempo, en otra persona. En alguien fuerte, dispuesta a correr sus riesgos, dispuesta a luchar por su lugar en el mundo. Me dí cuenta de algo que nunca habia tenido en cuenta, calculé el momento preciso, el gesto perfecto y sonreí. Sonreí porque estaba viva. Sonreí porque empezé a valorar la vida de otra forma, porque mantengo un equilibrio que nunca antes habia logrado tener. Sonreí por todo lo que me queda por vivir, por todo lo que ya pasó. Sonreí porque siempre es la misma situación, siempre los mismos desafios. Pero a cada uno lo enfrento con una sonrisa distinta y es lo que vale. Aprendí a descubrir la belleza y la felicidad en cada pequeño detalle, en cada hoja caida. Y yo sé, que lo voy a lograr. Sonriendo o llorando cuando tropieze, pero cada lagrima será distinta, cada sonrisa tendrá su propia luz. Sonreí por y para mi, para que el mundo vea mi sonrisa.

Sonreí porque estoy viva. Y en eso se basa vivir.