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viernes, 27 de mayo de 2011

''Pienso luego existo''

Ramiro era un hombre solitario.
Cada mañana se levantaba bien temprano, preparaba sus cosas y partia rumbo campo abierto. Miraba al cielo con una expresión perdida, como en busca de una luz o esperanzas donde ya no quedaba más que vacio. Su padre desde muy pequeño lo habia preparado para las grandes tormentas que la vida nos presenta en nuestro camino y él habia resultado un gran aprendíz. Sabia pensar, si, pensar y luego existir. Y con eso se adaptaba a los cambios como buen soñador. Es por eso que no permanecia mucho tiempo en el mismo lugar, vivia huyendon sin causas, (tal vez de brujas, de miedos o de el mismo, ¿quien dirá?).
Así era su vida, un cuaderno en blanco, una mirada perdida, una nota suspendida en el silencio, de un lado al otro. Vagaba por las costas buscando oro tal vez, o un poco de compasión. Llevaba dentro suyo un gran dolor y cargaba con la cruz de sus errores haciendo que cada día fuese eterno, que las noches sean infinitas y su vida un eterno suspirar.
Se encontraba solo, muy solo.
Pero en cierto sentido la gente se acostumbra a su soledad, como Roberta.
Y era por eso que complementaban tan bien. Roberta lo vio tirado entre las hojas e inmediatamente se enamoró.
No era como el amor que ella conocia, este más bien era más un tsunami que un remolino de sentimientos. Lo miró a los ojos y comprendió que estaba tan perdido como ella, que reflejaba el mismo dolor y la mirada ausente permanecia intacta.
Se acercó y le tendió una mano, no sabia como actuar delante de una presencia celestial como lo era la imagen de aquel muchacho, y aún no habia pensado cual sería el siguiente paso.
Sin embargo se acercó más y lo rodeó con los brazos.
El se dejó abrazar, se dejó llenar de amor.
Cerró los ojos y voló.

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