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lunes, 20 de junio de 2011

El amor después del amor.

Solo quedaba una vela a punto de apagarse, una carta a medio leer y un corazón destrozado en miles de pedazos esparcidos por el suelo. De vez en cuando lo miraba de reojo para captar la esencia de las almas, para ver si era verdad que seguia latiendo aún estando tan frio y dolido como en ese momento. No sabia si lo correcto era seguir por la vida como si nada hubiese pasado o detenerse e intentar repararlo.
Pero no, para Roberta era mejor salir a coleccionar corazones.
Uno por aca, otro por allá.
Y escuchando penas ajenas se olvidó de la suya, que solía aparecer cuando la luna no brillaba y las estrellas la miraban con ojos suplicantes, llenos de tristeza.
Y se perdió en el camino de ida sin encontrar la vuelta, ni una mano, ni una mirada, ni a su propio corazón.

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