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miércoles, 27 de julio de 2011

Y bueno, como era de esperar se nos termina la buena vida señores. Si, ¡a zambullirse nuevamente en la tan monótona rutina! De nuevo a ver hojas de historia y geografía desparramadas por el suelo de mi habitación, los tan agradables te con limón que me prepara papá cada mañana, las extensas horas de educación física que se vuelven sofocantes e infernales. A soportar las charlas de los buenos días con cara de estar prestando atención, cuando lo único que haces es pensar en estar acostada en tu cama mirando alguna película romántica con un chocolate caliente en la mano, a transitar nuevamente el mismo camino hacia la parada del colectivo, los lunes vuelven a ser lunes cargados de química, luego el martes le da paso al miércoles hasta llegar al jueves que siempre se pasa volando y aparece el tan esperado viernes, donde volvés a revolear todo sobre tu cama y te das un respiro para salir a caminar o leer un libro rompiendo así con la rutina.
Si, me gusta esto de lo trágico y el melodrama, siempre viéndole el lado negativo a las cosas. Pero ¿a quien queremos engañar? La rutina siempre va a ser rutina, odiada por todos, temida hasta la última gota de su ser.


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