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miércoles, 13 de julio de 2011

Y entendí que es esa, justamente, la crueldad de la vida: uno nunca se pierde a si mismo. Aunque los dientes se ablanden en la boca y una bruma de olvido o de cansancio aplaque el entendimiento, una seguirá atada a la misma vanidad, y el mismo miedo, y el mismo incontenible deseo de reír que han alumbrado otras edades. Por mas que haya olvidado de que tenia miedo, y no le quede nada para envanecerse, e ignore de que diablos se estaba riendo.

1 comentario:

Ciruela dijo...

Guau, lo peor es que es realmente verdad, me encantó :)