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sábado, 3 de septiembre de 2011

El sol comenzaba a salir y ella deambulaba por los pasillos perdida en los sollozos de la noche anterior. Quería saber cuando se acabaría esa eterna tortura, cuando los días llegarían a su fin. Nunca fue de preocuparse por las cosas, pero siempre a la larga terminaban por enredarse en sus asuntos del pasado, que se encargaban de volver una y otra vez para atormentarla con falsas promesas.
Y el también solía aparecer por su vida de vez en cuando, intentando calmar esos huracanes que se producían cuando estaban cerca. Pero volvía a mentir, volvían al punto de inicio, donde todo terminó.
Y tal vez a oscuras la extrañaba, tal vez su soledad no era distinta a la de ella.
Sin embargo el silencio era su idioma, su amigo incondicional.
Y así seguirían hasta el fin de sus días.

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