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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Siempre supe que la mentira era tu mejor amiga. Nunca dudé de tu palabras hasta ese día que llorando en tu hombro prometiste que todo estaría bien. ¿Donde están tus soluciones ahora? ¿Encontraste en el cuerpo de ella lo que tanto buscabas en mi? Secaste mis lagrimas, devoraste mis sonrisas, sostuviste mi pelo mientras te abrazaba, buscando una solución a todas las ruinas que me tapaban. Y siempre estuviste ahí para mi, de día  cuando caminábamos juntos por el río, de noche, cuando exaltada marcaba tu número por los fantasmas que llegaban de todos lados para atormentarme. Tantas mañanas que despertamos juntos, tan cerca del sol ¿lo recuerdas? me daba vuelta y veía tu cara dormir sobre mi almohada, tan plácidamente, como si el tiempo se detuviera en tu pelo despeinado, en tu sonrisa congelada.
Todo en vos era mentira, cuando me abrazabas, cuando me mirabas y decías que jamas me ibas a dejar sola aún cuando estemos alejados uno del otro. Siempre mentiste respecto a lo nuestro, a la vida, a tus amigos. Siempre dijiste que la vida no había sido fácil para mi, pero había mucha gente como yo fuera, en el mundo. Sin embargo siempre estuve sola, nunca encontré otro hombro que me entienda tan bien como el tuyo, donde mi cara se acomodaba instantáneamente sin problemas, sin vueltas.
Y aveces cuando miro la luna de noche desde la ventana de alguna habitación, me pregunto cual será tu próxima mentira, el próximo pretexto para acercarte a mi sin que se vuelva a repetir la misma historia, tan trágica y con el mismo final.

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