El lado insensible es aquel que nos obliga a actuar sin convicción ni ataduras. Es aquel que nos suelta la soga para que saltemos a defender nuestro espacio de mundo.
La boca del lobo está frente nuestro, somos ciegos que caminan dispuestos a entrar en ella, engañados, nublados por el placer y el egoísmo. Estas hipnotizado, vas caminando por un sendero donde solo ves una luz si golpeas a los que están a tu alrededor. Y cada golpe es una lagrima reprimida a causa de tanto dolor, cada puñetazo demuestra al mundo lo cobarde que sos por esconderte en las sombras, por no dejar que nadie te ayude a cargar la cruz que llevas a tu espalda.
La culpa de esa cruz la tiene el mundo, repites entre llantos mientras adoras a tu propio Dios. Y si la carga está liviana, te empecinas en volver a llenarla con piedras para que el mundo admire tu fortaleza externa mientras en tu interior solo quedan restos de lo que un día fué un corazón.
Y si la cruz caen aplastando tu cabeza, claro, la culpa es del mundo.
No, no es el mundo, sos vos.
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