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sábado, 9 de marzo de 2013

   Probablemente ya no escuches las mismas canciones que solíamos escuchar. Probablemente tu sonrisa ya no sea la más franca, la más sincera. Probablemente, tus ojos ya no emitan esa luz enceguedora, profunda y siniestra que solía cautivarme. Tal vez, ya no me quieras como el primer día.
   Sin embargo entendí que la vida de trata de un profundo estado permanente, pero con finales suspendidos,  adelantados, sincronizados.. Entendí que tu sonrisa no era la mía, que ya no eramos uno, que poco a poco nuestra chispa comenzó a calmarse hasta desaparecer.
  Probablemente no me quieras. Y no me preocupa, porque si hay algo que olvidé mientras estaba a tu lado era que de este lado de la vida había una persona, una vida que omitías, que no cuidabas. Caí en la cuenta  de mis propios sentimientos, que había alguien que necesitaba amor propio para seguir adelante.
   Y ahí estaba yo, del otro lado del mural que dividía nuestras almas. Yo, de carne y hueso. Vos, de plástico barato. Ese plástico volátil,  fácil de romper, de desaparecer. Pero yo nunca iba a desaparecer de mi vida, siempre la llevaría conmigo.
   Y comprendí que si yo no me quería, ¿quién más lo haría?

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