La sesión de los viernes

Es inevitable entrar y no temblar. Perder el control de las piernas y de tus bazos, haciendo que se muevan de un lado para otro hasta lograr subir hacia tu cabeza, tomar tus labios entre tus dedos y terminar pasandote la mano por la frente como si te costara un gran esfuerzo mantener la cordura en un lugar así. Y las palabras, ¿a donde van? desaparecen como si nada importase, como si la persona que te observa del otro lado no las necesitase para saber lo que te pasa o lo que estas pensando.

Lo bueno es que nos entendemos, no necesito expresarme correctamente pretendiendo ser alguien más madura, no necesito decir lo que es o no porque en poco tiempo me conociste mucho.

Y lo mejor de todo, te gusta Fito Paez.