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sábado, 21 de abril de 2012

Un viaje de ida y vuelta

   ¿De donde llegaba ese olor? Eran más de las diez y aun permanecía enredada entre las sabanas. Y más un domingo, que suelen ser aburridos en la rutina monótona de alguien que lleva un vida sencilla y sin muchas complicaciones. Sin embargo el olor matinal (¿mezcla de tostadas, café, hojas secas tal vez?) llegaba desde su ventana abierta, que la invitaba a salir al barrio, a devorarse la vida. O tal vez, pensó, provenía de abajo. Pero descartó la idea rápidamente. Hace tiempo había perdido la esperanza de aquellos momentos que parecían regresar de otra vida ajena a la suya. Y eso que la esperanza es lo último que se pierde.
   Hace tiempo que el lado derecho de su cama estaba frío, pensó. Y volvió a su niñez, en si alguna vez se imaginó en aquella situación absurda y desvariada, en un empleo que consiguió al azar mientras atravesaba la avenida principal de Bs As. No era lo que cualquier principiante hubiera hecho, pero a ella en aquel momento al menos le pareció correcto. O misterioso. Muchas veces describió su empleo como ''escritor fantasma'': esta ahí, todos la leen pero nadie sabe quien es la persona oculta en tantos verbos. Una columna X, un escritorio en una oficina super-poblada de un periódico cualquiera que tal vez nadie leía, o tal vez sí. A fin de cuentas, ya no le importaba en absoluto.
   ''No es fácil la vida del periodista, nena'' le habían dicho una vez. pero no le importó, porque cuando sos joven no existen los limites, no existe el mal. Lo único que importa es ir colina arriba sin mirar atrás. Es un viaje de ida, con la frente en alto. Alejarse del sur para llegar al norte, caer y levantarse con más fuerzas de las que antes habían. Pero lo que esos corazones siempre olvidan, es que en la vida también existe la vuelta.
   Y créanme cuando digo que ella aún no lo sabía.

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