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viernes, 20 de mayo de 2011

¿Por qué desconfiamos? La confianza llega a tal punto que se convierte adictiva, ¿no creen? Cerramos los ojos y nos tiramos del quinto piso con la seguridad de que abajo está el colchón. Sin embargo, cuando estamos a punto de largarnos viene una brisa que nos hace confundir las cosas, se nos mezclan las ideas e idealizamos cosas que en verdad no son, o en ciertos casos pueden ser probables, nunca se sabe. Por que está en nuestra sangre tender a engañar, en cierta forma somos felices haciéndolo. ¿Qué ganas mintiendo? Confianza en vos mismo, podría ser. Crees que si mentís te sentís más fuerte. ¡Y no! Seguir mintiendo solo significa cavar tu propio pozo, a tu medida, a tu gusto. ¿Y en verdad queremos eso? No creo. Todo es una mentira, absolutamente todo. Algunas son mentiras lindas, otras no tanto. Pero nos viven mintiendo, nos dejamos llevar por prototipos para creer que somos mejores personas si cumplimos sus leyes de pie a cabeza. Y yo soy de las que rompen ese prototipo, soy de las que siempre hacen lo que dice el corazón y no la razón. Soy de las que salen a buscar lo quieren, pero a su vez no soy la excepción. Soy la que ya dijo sus verdades, la que ya explicó como eran las cosas. Ahora está en ustedes decidir que será de toda esta gran mentira y saber en quien confiar.

Mientras tanto sigo escribiendo, respirando, tranquila de que no estoy cavando mi propio pozo (y quédense tranquilos que es lo último que haría en este momento de my life).

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